En marzo se conmemora a nivel mundial el Día del Delirium, una patología que consiste en un estado de confusión que afecta principalmente la atención y la cognición de las personas. Se diferencia de la demencia porque esta es gradual y progresiva, puede tomar meses o años y en la mayoría de los casos es irreversible. En cambio, el delirium aparece de forma repentina, fluctúa en horas o días y en un corto tiempo puede revertirse.
Si bien puede presentarse en toda la población, es más prevalente en personas mayores, pacientes geriátricos que han tenido una hospitalización prolongada e invasiva, que han estado en unidades de cuidado intensivo y han sido sometidos a sondas, vías intravenosas u otros dispositivos. Las personas que la desarrollan tienen 12 veces más de riesgo de generar demencia y tienen un 25% de mayor mortalidad.
Hay otros factores que pueden generar delirium, tales como haber tenido un trastorno cognitivo mayor tipo Alzheimer, utilizar medicamentos de la esfera cognitiva, antidepresivos o ansiolíticos.
No hay un tratamiento farmacológico definido para su tratamiento y lo que se busca es identificar las causas subyacentes y proceder con estrategias que no incluyan medicaciones.
La Dra. Tamara Carrasco, jefa de la Unidad Geriátrica de Agudos y Cuidados de Fin de Vida del Hospital San Juan de Dios (UGA), sostiene que el objetivo de la campaña que se realiza a nivel mundial es concientizar sobre la importancia de la prevención en todo paciente hospitalizado y que, independiente de los métodos para diagnosticarla, es primordial abordarla con un equipo multidisciplinario, porque requiere de muchas actividades complementarias. “Uno realiza diferentes preguntas para determinar cómo está el nivel de conciencia del paciente y con eso definir si tiene delirium y poder comenzar con el tratamiento”.
María Luisa Vargas, terapeuta ocupacional de la UGA, explica que lo primero es generar una estimulación cognitiva con cosas que pueden parecer sencillas, pero que tienen un fuerte impacto en el paciente: orientar el espacio tiempo, promover la lectura, la música, reforzar la hidratación, entre otros. “Con el equipo nos preocupamos que obtenga los estímulos correspondientes, apoyos visuales como un reloj o un calendario, que tenga acceso a luz natural. Buscamos que mantenga una rutina igual a la que podría tener en la casa”, señaló.
La Dra. Carrasco agrega la importancia de promover también la actividad física y fortalecer los estímulos visuales y auditivos. “Si ellos usan audífonos y gafas, la idea es mantener esos dispositivos y mantener todas las ayudas que utilizaban previo a la hospitalización”.
Para María Luisa Vargas quizás el más importante de los estímulos es el lazo familiar, porque ayuda a que el manejo del paciente sea más efectivo y permite que tenga mejor predisposición a obedecer las instrucciones del personal médico.
Todas las acciones mencionadas son las que han tenido buenos resultados y se han transformado en la mejor estrategia para prevenir y tratar el delirium.