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La discusión sobre el alcance  que pueden tener los cambios de horario en la salud de las personas, en relación directa con la real eficiencia energética que se logra al retrasar una hora la manecilla del reloj, no es nueva; por lo mismo, el Dr. Ronald Soto Arancibia, coordinador de la Unidad de Neurología de Agudos del HSJD, es tajante:  “la Sociedad Neurológica Americana ya desde hace algunos años recomienda la estabilidad horaria, el tratar de evitar los cambios horarios, porque ya hay evidencia acumulada de que los cambios  tienen un impacto en la salud de las personas”.

La razón, según el especialista, es porque, “en particular, alteran el reloj circadiano, el reloj biológico, por lo cual se ha visto y se describe el incremento de algunas enfermedades. En este caso, cuando se retrocede la hora hay un desajuste de los horarios, y eso puede generar mayor trastornos de sueño, sobre todo en los pacientes que tienen trastorno de sueño de base”.

Incluso la preocupación del Neurólogo de Adultos del HSJD va más allá, “cuando se ajusta la hora, y se adelanta, lo que ocurre en el caso de la primavera, también hay descripción de incremento de fenómenos cardiovasculares, infarto agudo al miocardio,  ataques cerebro vasculares isquémicos, incluso la aparición de arritmias cardíacas durante este incremento de hora”.

Por eso, ante estos giros bruscos del sueño, sin previa  preparación, el Dr. Ronald Soto llamó a estar atentos a la sintomatología. “Uno de los más comunes probablemente es el insomnio, que es la dificultad para conciliar el sueño que puede ser al inicio, podemos tener síntomas durante la mañana siguiente, por ejemplo, dificultad para concentrarse, dificultad para poder poner atención en hechos bien específicos, o efectivamente durante el día tener somnolencia o tener episodios de sueño en horarios no habituales, no fisiológicos, e incluso hay algunos elementos asociados al sueño que pueden generar riesgo en las actividades que uno está haciendo, por la falta de concentración”.

Ante esto, el coordinador de la Unidad Neurológica del HSJD, recomendó a quienes ya sufren problemas, “evitar las comidas cuantiosas o voluminosas por lo menos dos a cuatro horas antes de dormir,  el consumo de bebidas energéticas,  realizar ejercicios o actividad física intensa, por lo menos dos a cuatro horas antes de dormir, y tratar de evitar la exposición a pantallas ya sea televisión,  computadora, teléfono o una Tablet, todo eso simula la luz solar, por lo cual disminuye la síntesis de Melatonina que es la hormona que nos da el quiebre para decir ahora tenemos que ir a dormir”.

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