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Cada año mueren, como mínimo, 2,8 millones de personas en el mundo a causa de la obesidad o sobrepeso, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En tanto, en Chile más del 30% de la población padece esta patología, la que es denominada por el mundo científico como una epidemia. Mientras que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) advierten que aquellos que presentan esta condición pueden enfrentar un mayor riesgo de desarrollar un caso grave de COVID-19.

Constanza Lucero, psicóloga del equipo de Cirugía Bariátrica de nuestro hospital, nos explica que el desempleo, sumado al confinamiento, las cuarentenas, el toque de queda y la distancia física, medidas claves para evitar los contagios por SARS-CoV-2, han afectado psicológica y físicamente a los pacientes –y también su entorno- que padecen de obesidad. “Se vio afectada totalmente la actividad física y el relajo, no solamente el ejercicio en sí, sino también el movilizarse, pasear, el trasladarse. Cuando uno va al trabajo camina a la locomoción colectiva, al metro, sube escaleras, etc., todo ello dejó de hacerse”.

En nuestro país tres cuartas partes de la población mayor de 15 años está afectada por obesidad o sobrepeso, y un 9,3% de los niños menores de cinco años tienen sobrepeso, lo que supera el promedio de América Latina y el Caribe, señala la OCDE.

Agrega, que en las sesiones que sostiene con sus pacientes, algunos de ellos refieren haber aumentado sus niveles de ansiedad, lo que los ha llevado a aumentar la ingesta de alimentos y el consumo de tabaco. En América Latina, según la OMS, el país ocupa el primer puesto con la tasa de fumadores es Bolivia con casi un 40% de la población y lo sigue Chile con un 33,1%.

La especialista asegura que “la ansiedad funciona como anestesia para el estrés y la depresión”, ya que el placer los alivia, especialmente para las personas más vulnerables, que es el caso de la población que se atiende en nuestro recinto, entonces “la pandemia fue como ´darse permiso para´”. De esa forma, agregó, aumentó el sedentarismo y abandonaron sus tratamientos, un “abandono involuntario”.

“Algunos intentan llevar este autocontrol, pero para otros fue muy difícil, requieren de acompañamiento. De allí la importancia de volver significar y reforzar la adherencia al tratamiento, ese es nuestro desafío. Los insto siempre a buscar soluciones y oportunidades, que usen los recursos que tienen, algunos poseen máquinas de ejercicio, internet, juegos para bailar, etc., todo ayuda”

La psicóloga Constanza Lucero, reconoce que los pacientes con obesidad son constantemente discriminados y tienen baja autoestima, “no les asusta operarse en tiempos de pandemia, si tienen cierto recelo, pero necesitan operarse para recuperar su salud física y emocional”.  Mientras ello no suceda el acompañamiento es clave para estos pacientes. “En eso estamos trabajando como equipo”, precisa.

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